Concepto de carácter
Al buscar la etimología de la palabra carácter, nos debemos remontar al latín «character», vocablo que se tomó del griego «kharakter», témino conformado por el verbo «kharassein» que hace alusión a dejar una marca. «Ter» es un sufijo que expresa que se trata del agente que realiza tal acción.
Desde la antigüedad, el concepto de carácter ha sido objeto de reflexión y estudio. En la filosofía griega, Aristóteles planteó la importancia del carácter en la ética, relacionándolo con la virtud y el buen vivir. Este enfoque filosófico perduró hasta nuestros días, influyendo en la psicología moderna y en cómo comprendemos la moral y el comportamiento humano.
El carácter es lo que hace especial y diferenciado a un objeto, a un animal o a una persona, o a un grupo humano. También se llama carácter a la calidad en que una cosa se posee, o un derecho se ejerce. Por ejemplo “Vengo a reclamar por la calificación del alumno Juan Pérez, en mi carácter de ser su padre”; o “Tengo esta cosa en mi poder en carácter de propietario”. Otra acepción pero en plural, caracteres, son las letras que conforman una palabra. Así por ejemplo, la palabra amigo posee cinco caracteres, o también se llama así, al tipo de letra utilizada.
El carácter de una persona o personalidad, es aquello que la identifica como diferente a las demás en su forma de sentir, expresarse y actuar. Si bien una persona puede tener cambios en sus reacciones, pues puede ser tranquilo y un día alterarse, el carácter se define por lo que es habitual en él. Es una marca impresa que determina su accionar, formada por rasgos genéticos (temperamento) y por influencia del medio: familia, educación, amigos, etcétera.
En psicología, la teoría de los cinco grandes rasgos de personalidad ha sido fundamental para explicar cómo se forma el carácter. Este modelo destaca la apertura, la responsabilidad, la extroversión, la amabilidad y la estabilidad emocional como factores clave. Su aplicación en diversas culturas y contextos ha validado su eficacia en la comprensión de las diferencias individuales.
Influyen en el carácter; la emotividad (reacción emocional mayor o menor ante un estímulo); la actividad: hay personas que reaccionan más activamente ante la situación y otra en forma más pasiva o resignada; y la repercusión, que es la capacidad de respuesta de cada uno. Así, calificamos a las personas más activas y con más tendencia a la emoción como apasionadas, y a las menos activas y emocionales, como flemáticas. Son, en cambio, sentimentales, las que si bien son emotivas, tienen una conducta más pasiva.
Las percepciones del carácter varían considerablemente entre culturas. En sociedades colectivistas como las asiáticas, se valora la armonía y el respeto hacia los demás como rasgos distintivos del carácter. En cambio, en culturas occidentales, la autonomía y el liderazgo suelen ser más apreciados. Estas diferencias culturales subrayan la importancia del contexto en la formación y valoración del carácter.
Decimos vulgarmente que una persona es nerviosa cuando es inquieta, y se deja dominar por sus emociones en sus reacciones, que a veces son agresivas. El individuo sanguíneo es socialmente frío y calculador.
También hay quienes tienden a ser más generosos, altruistas, optimistas, ordenados, sinceros y amorosos; y otros, a ser avaros, mezquinos, pesimistas, mentirosos y rencorosos. En general, se combinan estos rasgos para obtener un carácter particular. Por ejemplo: «Mi carácter es amable y soy dadivoso; pero reconozco que soy muy rencoroso».
Se habla de una persona con carácter, cuando se refiere a alguien que sabe imponer sus decisiones, es enérgico y no se doblega ante la adversidad, ni ante las críticas.
Fingermann, H. (21 de junio de 2009). Concepto de carácter. Deconceptos.com. Actualizado el 4 de marzo de 2025. https://deconceptos.com/ciencias-naturales/caracter
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