Concepto de minifundio

La palabra minifundio se formó con los siguientes términos latinos: el prefijo “mini” que designa lo que es pequeño; y “fundus” que se aplica a aquello que es tomado como base, aplicado en la antigua Roma a los terrenos o predios.

Un terreno agrícola de dimensiones reducidas, que por ello limita su aprovechamiento y rinde, teniendo por objetivo más la subsistencia que la comercialización de productos, es lo que recibe el nombre de minifundio. El tamaño del minifundio varía según la zona, la tecnología empleada, el tipo de tierra y el objeto de explotación (entre 5 y 30 hectáreas).

Es posible que el dueño de los minifundios en realidad sea un rico propietario de grandes extensiones de tierra, que las haya subdivido en pequeños lotes y transformado cada uno de ellos en un minifundio, y los arriende a campesinos de pocos ingresos, a los que les alcance la producción para sus propias necesidades y a veces les proporcione una mínima ganancia. Otro caso es que ese propietario de grandes terrenos los reparta entre sus herederos por testamento, en varios minifundios.

Coincidentemente con los bajos recursos del minifundista, la explotación es muchas veces realizada de modo familiar, con tecnología precaria y muy poca inversión. El empobrecimiento de este sector social, ocasiona su éxodo a las ciudades en busca de trabajo asalariado que no siempre se consigue.

América Latina combina latifundio (grandes extensiones destinadas a la explotación agropecuaria) con estas pequeñas extensiones de tierra o minifundios. Los dueños de minifundios en América Latina y el Caribe son el 38 % de la población rural y los campesinos que trabajan en minifundios sin ser dueños son el 31 %. En Bolivia las propiedades de menos de una hectárea representan el 25 % del total.

En Venezuela se lo denomina Conuco, y para la explotación se usa fundamentalmente la actividad humana manual con instrumentos agrícolas muy rudimentarios, donde ni siquiera se utiliza el arado, y el riego depende de las lluvias. No hay rotación de cultivos que son principalmente de cereales, tubérculos, leguminosas, raíces y musáceas. Se complementa con otras actividades, como la caza y la pesca.

El minifundio también es una realidad en Europa, especialmente en países como España, Portugal e Italia, donde la fragmentación de la propiedad agraria es una característica histórica y estructural. En estos países, el minifundio ha sido una forma de vida para muchas familias rurales, que han combinado la agricultura con otras actividades económicas para subsistir.

A pesar de las dificultades, el minifundio tiene también sus ventajas. Por un lado, permite mantener una diversidad de cultivos y variedades locales que contribuyen a la conservación de la biodiversidad agrícola. Por otro lado, el minifundio puede ser una fuente de empleo rural y contribuir a fijar la población en el territorio, evitando el despoblamiento de las áreas rurales.

Sin embargo, el minifundio se enfrenta a numerosos desafíos, como la falta de acceso a crédito y a tecnologías modernas, la escasez de mano de obra y la presión del mercado global. Para superar estos desafíos, es necesario implementar políticas de apoyo a la pequeña agricultura, que incluyan medidas de financiamiento, formación, asesoramiento técnico y promoción de la asociatividad entre los pequeños productores.

En el contexto del cambio climático, el minifundio puede jugar un papel importante en la adaptación y mitigación de sus efectos. La diversidad de cultivos y la gestión sostenible de los recursos naturales que caracterizan a muchos minifundios pueden contribuir a la resiliencia de los sistemas agrícolas frente a los cambios climáticos. Por ello, es necesario reconocer y valorar el papel de los minifundios en la sostenibilidad de los sistemas agrícolas y alimentarios.

Citar este artículo

Fingermann, H. (14 de septiembre de 2018). Concepto de minifundio. Deconceptos.com. Actualizado el 25 de noviembre de 2024. https://deconceptos.com/ciencias-sociales/minifundio

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